Me escribe Lisi Gutiérrez, la autora del precioso libro ilustrado El silencioso amigo del viento, para hablar de Cantón, un galgo ya bastante mayor que vivía en un piso con su familia hasta que, por culpa de un divorcio, acabó sin casa y en un albergue.
No tiene el pasado cazador habitual de estos perros, Cantón sabe lo que es vivir en un hogar y se adaptará fácilmente de nuevo a esa situación. Más aún a su edad. No es apto con gatos. La protectora que gestiona su adopción es ALBA.
Cantón con las personas es un amor, disfruta de su compañía y se porta muy bien. Le encantan los mimos, y que le digas cosas. Se deja manipular sin problema, le pones el arnés y la correa y es bastante tranquilo. Anda bien, a tu lado, como todos los galgos. El problema lo tiene más con los perros, tiene un poco de malas pulgas. Parece un problema de falta de socialización con sus semejantes. Cuando se le acercan espera a tenerlos cerca, puede ser porque no interpreta bien el lenguaje corporal de otros perros o porque espera a tenerlos cerca. Ha tenido un par de encontronazos con dos perretes en ALBA, hay que vigilarle con otros perros, mejor buscarle un hogar donde esté solo. Con algunos perros si se lleva bien, en el paseo si no le dicen nada el va a lo suyo, no les ladra ni tira para ir hacia ellos.
Pesa casi 30 kilos y mide 70 centímetros de altura. Está sano, los análisis de leishmania, ehrlichia y filaria son negativos. Y ya está castrado. Es muy mayor, tiene dieciséis años, al albergue llegó hace dos años. Cada invierno es más duro para él.
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